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Missionária sorrindo com bebê rejeitado dormindo em seu colo.

Rechazados

– “¡Yo no te quiero!” Esa fue la reacción de las madres al tener a esos niños. Las razones para ser rechazados son muchas, mas el final es el mismo: el orfanato. Algunos llegan más tarde, otros llegan un día después de nacer, como este bebé en mi regazo. Eso me duele. Ellos juegan, ríen, corren, abrazan y aman como cualquier otro niño. Pero en algunos países, ni si siquiera llegarían a existir, justamente por el hecho de no haber sido deseadas.

Estamos en Khon Kaen, en el noreste de Tailandia. El proyecto aquí funciona a través de una escuela de música junto a la iglesia. La mayoría de los misioneros viene aquí para enseñar música y, con eso, hacer amistad con los alumnos y padres. Aunque conmigo fue un poco diferente.

El misionero no debe estar limitado

Soy profesora de inglés en la escuela, y enseño tanto a los niños de la iglesia como a los proprios alumnos (ya que las aulas de música son en inglés). Y creo que el misionero no debe estar limitado apenas a su contrato de servicio. Por eso, aprovecho todas las oportunidades de hacer algo extra aquí en el campo.

Y uno de esos extras es ir al orfanato. Allá ayudo a cuidar de los bebés y hago un culto con los niños los domingo. Les hago la mamadera, cambio pañales, juego, separo peleas y ayudo a prepararlos para dormir. Con eso, las funcionarias del orfanato pueden descansar un poco de la frenética rutina.

Aun rechazados, ellos nos bendicen

La adopción en Tailandia es extremadamente complicada, entonces, la mayoría de los niños rechazados pasan la infancia en esos orfanatos, teniendo sus amiguitos y tías como familia. Son privados de amor, aceptación, seguridad, relacionamiento y estima desde el primer minuto de sus vidas. Aun así, su toque, su piel, la manera como se anidan en nuestro regazo en la época más frágil de sus vidas, arrancan de nosotros una sonrisa. Nosotras, misioneras, llegamos para acoger, y al final, somos acogidas.

Talvez la madre no los quiso, sin embargo, eso no afectó su empatía. Ellos tienen la capacidad de mirar a un desconocido y encontrar el amor que no tuvieron. Ese amor que damos jamás bastaría, si no fuese lleno del amor de Jesús.

Eres amado

“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.” Isaías 49:15

Nadie viene al mundo en vano, ni siquiera esos niños, ni tú. Aun sin haber sido deseado por la familia, Jesús te deseó y dio Su vida por ti. Desde cuando eras un granito de arena en la barriga de tu madre, hasta hoy, Él te mira y dice: – ¡Te quiero a ti!

No porque Él necesite, sino porque Él escogió amarte. ¡Entonces, extienda ese amor al mundo!

Amanda Ferreira es misionera en el Proyecto Central Thai, desde mayo de 2023.

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